A las 11:00h lo soltarán e irá escoltado por un grupo de gente violenta que, en nombre de la tradición, ofrecerán un patético espectáculo de como el ser humano, y solo el ser humano, puede llegar a ser cruel únicamente por diversión. Cruzarán el viejo puente que atraviesa el río Duero para llegar a la Vega donde recibirá lanzazos hasta su muerte. Deseo, aunque se que no va a ser así, que su agonía sea muy breve.
Tradición proviene del latín traditio, y éste a su vez de tradere, "entregar". Es tradición todo aquello que una generación hereda de las anteriores y, por estimarlo valioso, lega a las siguientes, pero, ¿donde está la valía de este torneo?
¿Es un torneo educativo?. Dificilmente puede ser educativo para los jóvenes un acto en el que se propina dolor y muerte a un ser vivo. ¿Es esta la educación que queremos impartir a los más jóvenes?. Hay miles de formas incruentas para formar a la juventud en los valores de la disciplina y la valentía. No es más valiente aquel que armado con una lanza intenta agujerear y herir de muerte a un toro, el verdaderamente valiente es aquel que no se aparta de la senda de la bondad y la no violencia, en una sociedad cada vez más deshumanizada.
En pleno siglo XXI este torneo vulnera uno de los principios que más ha costado de conseguir, la no discriminación por razón de sexo. Las mujeres no pueden participar dado que se trata de una tradición patriarcal. Ya se que es mejor que no participen, que no sirve de orgullo poder participar, pero en cualquier caso también es un mal ejemplo para educar a los más jóvenes en la igualdad.
Todo ello no debe sorprender, se trata de un torneo anacrónico, anclado en los estereotipos del pasado : los animales son meros objetos a nuestro servicio, carentes de todo derecho, y las mujeres no son iguales a los hombres, no tienen los mismos derechos. Increible!
Es evidente, la tradición no es la justificación.
Hoy las campanas doblarán por Moscatel, pero otras más profundas y desgarradas si cabe, doblaran por aquellas personas cerriles que se aferran con todas sus fuerzas, y con una ausencia total de argumentos lógicos, a este acto anacrónico y carente de sentido. Hoy las campanas doblaran por el buen nombre de Tordesillas, de Castilla León y de toda España.
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