diumenge, 21 de febrer del 2010

En el ojo del huracán

Si algo ha conseguido la tramitación de la ILP que pretender erradicar de Cataluña las corridas de toros, ha sido precisamente que se hable largo y tendido de los animales y los animalistas.

Muchos de los que abogamos por dispensar un trato digno a los animales hemos salido de un anonimato social impuesto. Anonimato impuesto por una sociedad con multitud de problemas económicos y sociales, que se ha empecinado históricamente en relegar a la última posición de sus temas de discusión pública, todo aquello relacionado con el bienestar animal.

Personas preocupadas por los animales ha habido siempre, actos de protesta y manifestaciones también, pero ante una escala social de valores que relega a segundo término todo aquello que no tiene una relación intrínseca con lo humano, toda acción ha quedado condenada a la categoría de anécdota.

Pero la ILP ha venido a convulsionar esa escala social de preferencias, de temas dignos de discusión en los medios, para evidenciar ante la audiencia la existencia de estas personas que dedican parte de su tiempo libre y energías a la protección de los animales.

Los taurinos han reaccionado ante esta aparición súbita de personas desconocidas, anónimas hasta la fecha, que se han prodigado en los medios de comunicación defendiendo la desaparición de la tauromaquia. Y su reacción, como era previsible, ha sido la de la búsqueda de la descalificación. No pudiendo matar el mensaje intentan matar a los mensajeros.

Los medios taurinos se han esforzado en buscar imposibles relaciones entre ciertas multinacionales y algunos animalistas, flujos inexistentes de dinero, sectas imaginadas, y cuando ya no han podido más incluso han querido relacionar la protección animal con ETA. Al unísono, aquellos periódicos que simpatizan con la fiesta nacional, han llenado sus columnas de opinión con artículos de defensa de la fiesta y de ridiculización de cuantos la critican.

La ILP ha puesto a los animalistas en el ojo del huracán. Alguien dijo en una ocasión “no me importa si hablan bien o mal de mí, lo que me importa es que lo hagan”. Y creo que en este caso la frase adquiere total relevancia. Porque los que quieren tergiversar la realidad de aquellos preocupados por los animales, están consiguiendo que muchas personas conozcan de su existencia y se interesen por el bienestar animal.

Mientras tanto la poderosa industria de la tauromaquia intenta lavar su cara y sus manos organizando corridas benéficas. Corridas que, como la organizada en Cáceres en favor de AFTEA, no consiguen recaudar nada para la asociación, ya que se recaudaron poco más de 63.000 euros, y se tuvo que hacer frente a algo más de 65.000 euros de gastos. Mucho gasto para una corrida benéfica en que el diestro se ofrece a torear de manera altruista. Aquí cobran todos excepto la pobre asociación AFTEA, que sigue tan pobre como antes de la corrida.

La corrida de Navalmoral en favor de Haití apenas consiguió llenar la mitad de las 3.000 localidades, a falta de acabar de contabilizar todos los gastos e ingresos, parece que la corrida se saldará con apenas 4.000 euros para Haití. En mi pueblo, de apenas 3.500 habitantes, una comida organizada deprisa y corriendo por unos cuantos jóvenes, se saldó con algo más de 1.000 euros para Haití. Tal vez haya personas que empiecen a comprender que la beneficencia no puede basarse en el sufrimiento de los animales, o tal vez los aficionados están en franca regresión. ¿Quién sabe?

Siguen apareciendo columnas de opinión a favor y en contra de la fiesta. Famosos y famosillos, intelectuales y filósofos, siguen debatiendo públicamente sobre derechos de las minorías, puesto que ya nadie duda del sufrimiento propinado al toro en la plaza, ya solo queda apelar a la libertad, aunque sea con declaraciones tan vagas como las de Joan Manuel Serrat cuando dice “nadie puede negarle a nadie su espacio de libertad”. Pues que se lo expliquen a los aficionados a las peleas de perros o gallos, ¿no?.

Y mientras enarbolan la bandera de la libertad aparece una sentencia del tribunal de Estrasburgo, referente a la caza del zorro, que dice textualmente: "la caza y muerte de animales de una forma que causa sufrimientos es moralmente condenable". O sea que causar sufrimientos a los animales, según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, merece una condena moral. La condena moral procede de un tribunal que es la máxima autoridad judicial para la garantía de los derechos humanos y las libertades fundamentales en toda Europa.

Tal vez aquellos políticos catalanes que defienden con tanto esmero la libertad de esa minoría, que quiere perpetuar la fiesta, debieran mirar hacia Europa y Estrasburgo para comprobar qué libertad es defendible y cual no. Tal vez la libertad para causar sufrimiento a un ser vivo no merece ser defendida, aunque tenga tanta tradición como la caza del zorro en Inglaterra.

Y los varapalos para la industria taurina llegan de todas las latitudes. China se niega a importar las corridas de toros a su país, pese a los intentos desde España para abrir “nuevos mercados”. El Dalai-lama pide a los diputados catalanes que apoyen la prohibición de las corridas de toros y añade: "Creo que existen considerables evidencias de que las corridas de toros son una práctica cruel que inflige de forma pública un dolor atroz a animales inocentes y sintientes". Supongo que alguna autoridad moral debe tener este hombre, aunque en foros taurinos lo han puesto de vuelta y media, claro, como siempre, hay que matar al mensajero, aunque en este caso no lo puedan acusar ni de pertenecer a ETA, ni de ser un independentista catalán.

Para descubrir cómo nos ven o intuyen los americanos, basta con ver el corto que Dysney creó en 1938, “El toro Ferdinando”. Pero lo más curioso es que 72 años más tarde nos siguen viendo exactamente igual de ridículos y crueles. Una serie de dibujos animados llamada “Vipo el perro volador”, escrita y dirigida por un Israelí, dedica un capítulo a Madrid, y como no podía ser de otra manera se centra en los avatares de un pobre toro al que pretenden torear y matar.

La serie, dirigida a niños de 3 a 5 años, pretende dar a conocer a los niños la cultura de distintas ciudades. Pero en Madrid la cultura resulta ser una cruel tradición que se basa en matar al toro. Como no puede ser de otra manera, porqué la educación, la buena educación, solo tiene un camino, Vipo y sus amigos ayudan al toro a huir de su destino, ridiculizando al torero y sus ayudantes.

Cual ha sido el enojo de los aficionados a la tauromaquia cuando han descubierto que TVE ha emitido ese capítulo. Y es que últimamente no ganan para disgustos.

Como le dice Henry a Vipo y a sus amigos, “nosotros vamos con el toro, por supuesto”. Claro que el tribunal de Estrasburgo y el Dalai-lama también. Es que simplemente es de lógica. Y lo único que se está confrontando a la lógica y a la moral, desgraciadamente, son los intereses económicos. No hay más.

2 comentaris:

yogui ha dit...

Leerte y discúlpame por tutearte es genial, cada mensaje tuyo me encanta, puede que como político más de uno no le gustará tanta valentía jajajajaja

Un abrazo desde el alma

Henry Stephen ha dit...

"Espacios de libertad". Qué expresión tan cursi. Me temo que se va a tener que cambiar la letra del archirequetefamoso éxito de Serrat "Mediterráneo":

Soy cantor, soy embustero
Me gusta el juego y el vino
Tengo alma de torero.
Que le voy a hacer si yoooo
Nací en un estercolero...