Las personas agnósticas solemos tener un problema con la
muerte. En la mayoría de religiones existe la clara creencia de una
trascendencia más allá de la muerte, ya sea en forma de reencarnación o de una
plácida vuelta al lado de Dios, entendiendo por Dios cualquiera de los nombres
que las distintas fes le atribuyen.
Pero a aquellos que más allá del respeto absoluto a los
distintos credos, no alcanzamos la fe suficiente como para conformarnos con
tales creencias, tal vez por una mentalidad lógica en exceso, o por un
escepticismo natural que nos hace dudar de todo aquello intangible e
indemostrable, nos surge en ocasiones un desasosiego respecto al final de la
vida.
Son los episodios de muertes cercanas, de seres muy
queridos, los que suelen desencadenar esos estados de ánimo, o tal vez sería
mejor decir de desanimo. Cuando tenía 30 años perdí a mis padres en un
accidente de tránsito, 10 años antes había perdido a mi único hermano por una
enfermedad coronaria, y tanta muerte cercana me dejó muy tocado, la muerte
formaba parte indisoluble de mi vida y no tenía herramientas, o creencias, que
me ayudasen a manejarlo.
Fue entonces cuando busqué literatura al respecto y cayó en
mis manos un libro de Raymod Moody titulado "más allá la luz". En él
se desgranaban experiencias de personas que habían estado durante unos segundos
clínicamente muertos y habían sido reanimadas. Desde entonces han aparecido más
libros y más testimonios. Desde cardiólogos a neurocirujanos han recopilado
experiencias transmitidas por pacientes que cruzaron brevemente el umbral de la
muerte, algunas también vividas en primera persona, como el caso del
neurocirujano Eben Allexander plasmadas en su libro "la prueba del
cielo".
La literatura es cada vez más extensa, y la verdad es que a
pesar de mi escepticismo natural cada vez estoy más convencido que eso que
llamamos conciencia es una energía que trasciende más allá de la corta vida de
nuestro cuerpo mortal. Hay cosas que no se pueden explicar única y
exclusivamente desde el punto de vista de nuestro cerebro, que no deja de ser una
máquina, muy perfecta sí, muy desconocida también, pero creo que por puro
desconocimiento tendemos a confundir el poder de la mente, con el poder de esa
energía que todos poseemos y que bien pudiera ser que sobreviviese a nuestro
cuerpo.
En fin, no dejan de ser maquinaciones ya que nada se ha
podido demostrar, sin embargo creo que vale la pena ver estos dos vídeos. Uno
es una entrevista al Dr. Pim Van Lommel , el otro una conferencia reciente de
mi querido Dr. Moody, la lectura de cuyo libro me ayudó tanto en momentos muy
duros.
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